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domingo, 30 de octubre de 2011

Los juegos de Indira Gandhi.


El mundo entero miró con atención a la India el año 1966, fecha en que asumió el poder Indira Gandhi. Si cuatro décadas después la elección de Michelle Bachelet en Chile, o la que pudo haber sido elección de Hillary Clinton en Estados Unidos, todavía son tópicos por el tema de "si la nación está preparada para ser gobernada por una mujer", la India no se hizo problemas por ello. El día de la elección, cuando se hizo el anuncio en el exterior, la multitud preguntó jocosamente si "era niño o era niña"... (el otro candidato era varón). Pero de todas maneras, en un Parlamento de aproximadamente 500 miembros en la época, 59 de ellos eran mujeres. El grave error de los oponentes políticos había sido subestimar a Indira Gandhi. Rammanohar Lohia, virulento oponente contra Jawaharlal Nehru (padre de Indira), la llamaba "Gungi Gudiya" ("Muñeca Tonta"). Craso error.

Deberían haberle prestado más atención a la biografía de su oponente, porque los juegos infantiles de Indira Gandhi eran un tanto atípicos. Después de todo, ella era hija de uno de los más connotados líderes independentistas de la India, y por lo tanto, su padre se la pasaba más tiempo en la cárcel que con su familia. (Valga recordar que Indira Gandhi no tiene parentesco con Mahatma Gandhi, y la coincidencia de apellidos es sólo eso, coincidencia).

De esta manera, Indira Gandhi declaró después: "No recuerdo haber jugado con otros niños. Mi diversión favorita consistía en trepar sobre una mesa y endilgar tremendos discursos políticos a la servidumbre de la casa, congregada en torno mío"... Jugaba con muñecas, sí, pero lo que hacía era enviarlas a protestar en manifestaciones, punto en que aparecían otras muñecas que se llevaban a los manifestantes a la cárcel...

Por cierto, quizás valga la pena recordar que después Indira Gandhi sería enormemente cuestionada por mantener políticas de autoritarismo extremo, incluyendo dos años de estado de sitio entre 1975 y 1977. Y cuando reprimió manu militari a una sublevación de los sijs, terminó siendo asesinada a balazos en 1984 por dos de sus propios guardaespaldas, que profesaban esa religión... Y dejaré la evaluación de si fue o no una buena estadista, a la discreción de los lectores que averigüen más sobre ella.

jueves, 27 de octubre de 2011

¡Multimillonario armenio a la política británica!


Nubar Gulbenkian fue un multimillonario armenio nacido en 1896 y fallecido en 1972. Es cierto que parte de su fortuna le vino por herencia paterna, pero él mismo se encargó con algunos afortunados tratos comerciales de incrementar ese dinero. El ámbito de Gulbenkian era, quizás de manera nada sorprendente para alguien procedente del Medio Oriente, el petróleo. A pesar de ser armenio, se educó principalmente en Inglaterra, y se consideraba a sí mismo de esa nacionalidad. Andando el tiempo, se destacó por su vida social y sus tendencias de playboy, las que financiaba con su fortuna personal. En una ocasión, con la clásica diplomacia británica del "podría ser en serio o una broma", el político inglés Edward Keeling le planteó:

-- Gulbenkian, debería usted dedicarse a la política.

-- Pero, si no soy inglés.

-- Eso no importa. Lo haremos ciudadano británico. Pero tendrá que modificar su nombre. Será mejor que primero se llame Gullybanks y luego Gumbley.

-- ¿Por qué demonios tendría que cambiarme dos veces el nombre? En tal caso, ¿por qué no llamarme Gumbley de una vez?

-- Porque entonces la gente querría saber cuál era su apellido antes de llamarse Gumbley. Si no empieza por ponerse el nombre de Gullybanks, tendrá que decir que se llamaba Gulbenkian, y en ese caso todos sabrán que usted es extranjero.

Gulbenkian terminó por no dedicarse jamás a la política.

domingo, 23 de octubre de 2011

Cuando Beirut fue centro mundial del Derecho.


Sí. Ese Beirut. La capital de ese pequeño estado del Medio Oriente llamado el Líbano. No es la ciudad más importante del mundo, ni siquiera la más importante de su región, más allá de ser la capital del Líbano, que tampoco es el país más importante de su área (honor que quizás les corresponda a Siria e Israel, y si ampliamos la perspectiva geográfica, Egipto e Irán entran en la lista). Por eso puede sorprender que Beirut durante más de un cuarto de milenio, fue uno de los centros jurídicos más importantes del planeta. Su área de influencia abarcaba a todo el Imperio Romano... que era a su vez una de las áreas más civilizadas del planeta, junto con la India, China y Mesoamérica. Da cierto vértigo pensar en ello.

El caso es que Beirut llegó a ser uno de los grandes centros jurídicos de todos los tiempos un poco por suerte. Beirut mismo existe desde la época cananea, anterior a los hebreos, pero había sido saqueada y destruida en una de la interminable seguidilla de guerras entre el Imperio Seléucida (que comprendía las actuales Siria e Irak), y el Egipto de los Tolomeos. Aunque no fue tan arrasada que desapareciera de la faz de la Tierra, sí se había hecho atractiva la idea de fundar allí una colonia romana. De manera que como parte de su política de pacificación del Imperio Romano después del cruento siglo de guerras civiles, el Emperador Augusto fundó una colonia en Beritos (Beirut), en el año 15 antes de Cristo, instalando a contingentes de veteranos de guerra en la región. No es raro entonces que Beirut se haya vuelto la más importante punta de lanza de la romanización en la región.

A la larga, esto llevó a que los romanos adoptaran la costumbre de depositar copias de las leyes imperiales en Beirut (en esa época las copias no abundaban como ahora en que basta descargarse un PDF desde internet, sino que debían ser laboriosamente redactadas por esclavos copistas). Resulta lógico que, estando las leyes a disposición en Beirut, los estudiosos de las mismas en la región acudieran allí. Hacia el año 200 se había implementado ya un curso de cinco años de duración, para formación de juristas de tiempo completo. Si examinamos la Ley de Citas del año 426, en que se le concede la autoridad jurídica a cinco de los más grandes juristas de toda la historia del Derecho Romano... ¡sorpresa! ...dos de ellos, a saber Papiniano y Ulpiano, pasaron por las aulas de Beirut (y un tercero, Paulo, se duda sobre si venía de Siria o de Italia... y si fuera el caso de venir de Siria, es altamente probable que fuera el tercero egresado de las clases de Beirut).

El más grande triunfo de Beirut sobrevino en el siglo VI, cuando el Emperador bizantino Justiniano ordenó codificar el Derecho Romano hacia el año 530. Como parte de su obra, Justiniano reconoció sólo tres escuelas de Derecho en la que los futuros jurisprudentes podían formarse: Roma, Constantinopla, o Beirut. Parecía que el futuro sonreiría a Beirut como escuela de Derecho... pero la fatalidad se cebó en la ciudad. Un terremoto arrasó la escuela hasta los cimientos en el año 551, apenas dos décadas después de que Justiniano hubiera presentado su gran labor de codificación (y estando todavía en el gobierno bizantino). Los estudiantes fueron transplantados a Sidón, pero con la escuela destruida, es poco probable que sus archivos sobrevivieran, y sin ellos, la principal fuente de inspiración jurídica había desaparecido. No es raro entonces que esta importantísima escuela jurídica, que desde el Medio Oriente a través de sus alumnos más aventajados llegó a dictarles las leyes a todo el Imperio Romano y a todo el temprano Imperio Bizantino, acabara por languidecer y finalmente desaparecer sin dejar mayor rastro.

jueves, 20 de octubre de 2011

El Moisés de Creta.


Cada cierto tiempo sale por aquí y por allá algún sonado que se cree conducto de Dios, Jehová, Alá, etcétera, para fracasar miserablemente. Por alguna razón, los mesías hebreos y cristianos quedaron confinados durante la mayor parte del Imperio Romano al área de Palestina o Siria, pero más tarde o más temprano, el fenómeno de los mesías medio fallados de la cabeza tenía que internacionalizarse. El primero de ellos, al menos hasta donde tenemos registro, es el llamado Moisés de Creta.

En realidad no sabemos mucho sobre Moisés de Creta, ni siquiera su nombre verdadero, salvo por los pocos antecedentes que nos deja un historiador llamado Sócrates de Constantinopla o Sócrates Eclesiástico, que escribió sobre él a la pasada en su libro "Historia de la Iglesia" ("Historia Ecclesiastica"). Los judíos de Creta habían vivido con relativa tranquilidad, aislados en su islita, pero en el siglo V hubo una serie de conversiones en masa al Cristianismo.

Fue en ese entorno y entre esos judíos que surgió entonces nuestro héroe, quien aseguró con toda la flema del mundo que era la reencarnación de Moisés. Así como el Moisés histórico llevó al Pueblo Elegido a la Tierra Santa abriendo las aguas del Mar Rojo, el Moisés de Creta haría lo mismo con las aguas del Mar Mediterráneo. Muchos judíos fueron así convocados para el gran momento, en un gran promontorio que se abría a cierta altura sobre el mar.

El problema es que una vez en el momento decisivo, las porfiadas aguas del Mar Mediterráneo se obstinaron en no obedecer el mandamiento del Moisés de Creta. Por lo que éste, lleno de fe en su propia misión, le ordenó a los judíos que saltaran. Los primeros en la fila obedecieron, y las aguas siguieron sin abrirse: los pobres desgraciados acabaron estrellándose contra las rocas al pie del acantilado. Los judíos de más atrás resolvieron entonces que quizás el Moisés de Creta no era tan milagroso después de todo, y se dispusieron a agarrarlo. Pero dice Sócrates Eclesiástico que no pudieron cogerlo porque había desaparecido. ¿Se fugó a tiempo y desapareció de la escena? O de manera más interesante... ¿se creyó tanto su propio cuento que él mismo saltó a ser pasto de gaviotas...? El piadoso historiador constantinopolitano nos ofrece su propia teoría: en realidad el Moisés de Creta era alguna clase de agente del Maligno, que había puesto empeños en aniquilar a los judíos de la isla...

domingo, 16 de octubre de 2011

Los francos regresan a casa.


Quienes se adentran en la larguísima historia del Imperio Romano, se encuentran en ella con ese gran agujero sociopolítico que es la crisis del siglo III (usualmente datada entre 235 y 284), cuyo nadir fue alcanzado entre la muerte del Emperador Decio en 251 y la victoria del Emperador Aureliano sobre Zenobia en 273. Sin embargo, aunque Aureliano fue llamado "Restitutor Orbis" ("Restaurador del Mundo") debido a sus esfuerzos por normalizar al Imperio, sus sucesores debieron habérselas tanto con invasores germánicos por un lado, como con aspirantes internos al trono que en más de alguna ocasión tuvieron éxito en eso de querer derrocar al mandamás para ser Emperador en lugar del Emperador. Uno de ellos ya apareció hace media década en los inicios de Siglos Curiosos (ver "Gracias a Tácito por Tácito"). La siguiente historia que rescatamos para Siglos Curiosos tiene que ver con otro de estos sucesores, un tal Probo, que gobernó entre 276 y 282, y una banda de bárbaros francos que se las arregló para hacerle la vida a cuadritos, como era la costumbre en esos años.

Probo tuvo que ganar primero y defender después su imperio contra una larga serie de pretendientes, y en medio de esta guerra civil (que ganó), los francos intentaron forzar el Rin e invadir la Galia. Ayudado por una hambruna providencial en el campo enemigo, Probo los consiguió batir. Como parte de su política de victoria dispersó a los invasores, matando a sus cabecillas, relegando a sus huestes a Britania, y ordenando el reclutamiento de cuotas fijas de guerreros francos como auxiliares de sus propias tropas, cuidando por supuesto de no dejar acantonados en un mismo lugar a tantos francos en un batallón que pudieran organizarse y rebelarse. O la idea era ésa, al menos.

Porque resulta que uno de esos cantones le dio a Probo un enorme dolor de cabeza. Una de esas tropas francas había sido llevada desde Germania hasta las riberas del río Fasis, en el antiguo territorio de la Cólquide, en la orilla oriental del Mar Negro (hoy en día se llama río Rioni, y está en el territorio de la actual república de Georgia: háganse con un mapa, y entenderán de qué les hablo). Resulta que estos francos consiguieron echar mano a una flota. Para los que están habituados a ver a los guerreros germánicos como fuerza de tierra puede ser chocante pensarlos enrolados como marinos, pero eso fue lo que sucedió: se apoderaron de una flota, y discurrieron el plan de regresar contorneando TODO el Mar Negro, el Mar Mediterráneo y la costa atlántica para volver a su hogar.

Lo asombroso es que lo hicieron. Pillaron las costas griegas a placer, y alcanzaron después Italia. Con su fina ironía británica, el historiador Edward Gibbon escribe: "La opulenta ciudad de Siracusa, ante cuyas puertas las escuadras de Atenas y Cartago antaño habían sido hundidas, fue saqueada por un puñado de bárbaros, quienes masacraron a la mayor parte de sus temblorosos habitantes" (traducción libre por parte del General Gato). Luego trataron de emprenderlas contra Cartago, pero fracasaron ante la resistencia de sus habitantes, sin por su parte haber sufrido grandes perdidas. Luego siguieron a España, cruzaron las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar), subieron por la costa de Galicia y la de la Galia... y a falta de mayores noticias, se supone que desembarcaron con éxito en algún punto de las costas de Batavia o de Frisia. Sólo nos queda suponer la rabia y la frustración del buen Probo ante semejante expedición que ante sus propias narices cruzó todo sus dominios marítimos de punta a cabo y por lo más largo de ellos, sin poder evitarlo... Por cierto, como era la costumbre en esos años, el pobre Probo acabó muy mal: fue asesinado, y un tal Caro llegó a reinar en su lugar.

jueves, 13 de octubre de 2011

El triste destino de las momias de los incas.


Las culturas andinas anteriores a los españoles conocían y practicaban la momificación. Y como no podía ser menos, los cuerpos de los reyes incas muertos también eran momificados. Después de todo, el Inca era Hijo del Sol, y por lo tanto, no sólo un hombre sino un semidiós. La consabida arquitectura religiosa que levantan los sacerdotes para fabricarse ídolos de los cuales ser guardianes y entronizarse sobre la población pagana, hizo el resto. Los sacerdotes llegaban incluso a emplazar la momia de un inca fallecido en un sitio en donde pudiera ser consultado como un oráculo, cuya respuesta por supuesto era proporcionada por estos mismos sacerdotes. En el sistema político incaico, los descendientes de cada inca conformaban una panaca (salvo el inca sucesor mismo, cuyos hijos a su vez formarían una panaca aparte), y esta especie de clanes tenían presencia muy activa en la política cortesana.

Por supuesto que con la llegada de los españoles, todo esto cambió. Algunos sirvientes tomaron las momias de sus patronos incas, a quienes seguían considerando vivos... de alguna manera... y se los llevaron a algún escondrijo en la ciudad de Cuzco. En su escondite, dichas momias continuaban siendo veneradas y reverenciadas como los verdaderos señores del Imperio Inca, confirmando así que consideraban a los españoles no sólo como invasores, sino también como usurpadores.

Fuera por falta de capacidad o de interés en cazar a estas momias, y considerando que a la caída del Imperio Inca sobrevinieron casi dos décadas de guerra civil entre los propios españoles, las momias siguieron seguras en su escondite, hasta la llegada de Juan Polo de Ondegardo. Este personaje fue nombrado corregidor de Cuzco, y puso empeño especial en cazar las momias, lo que consiguió finalmente en 1559. 11 momias y varias reinas emprendieron entonces el viaje a Lima, en donde los españoles habían edificado su capital (y que, huelga decirlo, sigue siendo la capital del Perú). Los restos mortales de Huayna Cápac, Pachacútec, y otros grandes incas que supuestamente desafiaban a la inmortalidad con su momificación, fueron reducidos al estatus de mera curiosidad, exhibidos en el Hospital de San Andrés en Lima, para morbo y deleite de los pacientes que se atendían ahí, los cuales, quizás sobra decirlo, eran todos europeos (no indígenas, claro está). Eso duró hasta que el clima marino y salobre de Lima corrompió a las momias, por lo que las autoridades españolas decidieron al fin darles sepultura, en Lima eso sí, para que no se transformaran en fetiches nacionalistas por parte de los indígenas.

En el año 2001, una expedición arqueológica guiada por Brian Bauer, Teodoro Hampe Martínez y Antonio Coello Rodríguez, intentó dar con el paradero de las momias. Armados con la más novísima tecnología, incluyendo un radar de penetración terrestre, investigaron el edificio del Hospital San Andrés, que en el intertanto de los siglos funcionaba ahora como escuela para niñas. Encontraron una cripta subterránea abovedada, y con esto el corazón les dio un vuelco. Pero a esta felicidad, siguió la desilusión: la cripta estaba vacía. ¿En dónde están las momias de los grandes monarcas incas? ¿Fueron movidas por los trabajadores que remodelaron el edificio? ¿O acaso fueron enterradas desde el comienzo en otra parte? La respuesta, a una década de la investigación de Bauer, Hampe y Coello, sigue siendo el más profundo y amargo de los misterios.

domingo, 9 de octubre de 2011

¿Por qué las enanas blancas no colapsan?


La ciencia es una actividad noble y egregia porque nos permite comprender el universo y amar más la existencia, pero los científicos mismos no siempre son nobles ni egregios. Aunque eso es una mala noticia para el público en general, para Siglos Curiosos no podría ser mejor porque proporciona más anécdotas que explotar. Una de ellas se refiere al choque de trenes entre Arthur Eddington y Subrahmanyan Chandrasekhar. Subrahmanyan Chandrasekhar (rayos, tener que escribir este nombre más de una vez...) era un astrofísico de la India, nacido en 1910, o sea, cuando todavía ésta era parte del Imperio Británico. En su familia existía un nombre ilustre en la generación anterior: la de su tío C. V. Raman (sí, C. es por "Chandrasekhar"...), quien obtuvo el Premio Nobel de Física en 1930. Subrahmanyan Chandrasekhar trabajó en la Universidad de Cambridge para Ralph H. Fowler, un investigador británico que había hecho algunos interesantes descubrimientos sobre la estructura y mecánica interna de las enanas blancas. Hacia mediados del siglo XIX se había predicho, vía cálculos gravitacionales, que ciertas estrellas de movimiento o brillo irregular podrían tener compañeros que por alguna razón no podrían ser vistos. Pero no fue sino hasta la década de 1910 que algunos de esos compañeros empezaron a aparecer, y entonces las enanas blancas recibieron carta de ciudadanía en el mundo astronómico.

Lo que no cuadraba en los cálculos de nadie, es que las enanas blancas debían ser pequeñas y superpesadas, y por lo tanto, deberían colapsar sobre sí mismas por el peso de su propia gravedad. En fecha muy reciente, en 1929, George Gamow había propuesto la teoría de que las estrellas se encendían gracias a la fusión del hidrógeno en su interior: esta teoría permitía explicar cómo era posible que no se hundieran sobre sí mismas bajo el peso de su propia gravedad. Pero las enanas blancas no mostraban signos de actividad nuclear. El mencionado Ralph H. Fowler pensaba que dentro de las enanas blancas era posible que hubiera una nueva clase o tipo de materia, y eso explicara cómo se las arreglan para no colapsar por el peso de la gravedad. Pero esto generaba un conjunto de incógnitas, ya que se necesitaban nuevas ecuaciones que permitieran explicar cómo funcionaba esto a nivel atómico. Si no se resolvía ese cabo suelto, entonces quizás la teoría entera de la fusión nuclear como combustible de las estrellas fuera errónea. Fue Chandrasekhar quien desarrolló las matemáticas necesarias y por lo tanto iluminó el problema, haciendo un valiosísimo aporte a la teoría de cómo funciona la mecánica estelar.

Mientras Chandrasekhar (van seis) desarrollaba sus ecuaciones, por supuesto que hizo vida social en Cambridge. Incluyendo relacionarse con Arthur Eddington, una de las luminarias de la época debido a haber hecho la primera comprobación experimental de que la Teoría de la Relatividad es válida (el famoso experimento por el cual comprobó si la gravedad del Sol desviaba la luz de las estrellas detrás del astro rey, durante el eclipse solar de 1919, lo que efectivamente sucede). Eso, además de una tonelada de aportes a la mecánica estelar. Eddington hizo muy buenas migas con Chandrasekhar, y le preguntó en varias ocasiones acerca de cómo iba a presentar los resultados de su teoría. Chandrasekhar no sospechó absolutamente nada. Incluso, para la conferencia que iba a pronunciar en 1935, se suponía que Eddington iba a hablar después y no antes, así es que... ¿qué idea se iba a robar? Y llegó la conferencia. Chandrasekhar expuso sus ideas largo y parejo. Y después habló Eddington. Para decir que todo lo anterior estaba errado, y llegó a utilizar el calificativo de "bufonada estelar". El británico de pura cepa hizo pasar al científico de la India una humillación tan grande, que éste decidió abandonar Inglaterra y radicarse en Estados Unidos, donde desarrolló el resto de su carrera.

Parte importante de que Eddington detestara la teoría de Chandrasekhar radicaba en el hecho de que éste predecía un límite para la masa estelar (hoy en día llamado "límite de Chandrasekhar" precisamente) por encima del cual el colapso gravitacional de la estrella apagada al final de su ciclo de vida estelar, arrastraría a toda la masa a hundirse sobre sí misma, y el resultado no sería una enana blanca sino... la nada, un punto de ruptura absoluta de las leyes naturales conocidas, algo que Eddington aparentemente no soportaba. En los hechos, las ecuaciones que develaban el límite de Chandrasekhar predecían nada menos que la formación de agujeros negros a partir de los cadáveres de estrellas. A la larga, Chandrasekhar tendría razón, y seguiría la senda de su tío obteniendo su propio Premio Nobel en 1983, casi medio siglo después de la humillación que le hiciera sufrir Eddington. Por una curiosa coincidencia histórica, lo compartió con un científico llamado William Alfred Fowler, del mismo apellido que su antiguo mentor, aunque esto en realidad no es más que un alcance de nombre... Y hablando de apellidos, tuve que escribir el del protagonista de este posteo nada menos que doce veces. Ténganme piedad...

jueves, 6 de octubre de 2011

Misteriosa muerte de un químico.


¿Propuso la Teoría de la Evolución? Charles Darwin. ¿Desarrolló la Teoría de la Relatividad? Albert Einstein. Son respuestas que vienen rápido a la mente, de manera prácticamente programadas, como un conocimiento compartido por todos los que saben. Y sin embargo, la investigación científica no funciona de manera tan cuadrada. Cada avance científico en realidad es la acumulación de varios experimentos y datos reunidos por racimos de científicos trabajando en red. A medida que la investigación se hizo más compleja en el siglo XX, hasta el punto que el científico trabajando de manera individual casi ha desaparecido en beneficio de grandes equipos que se llevan el Premio Nobel respectivo en conjunto, esta tarea de acreditación se hace casi imposible. Una de las víctimas de esto fue el pobre Gilbert N. Lewis, quizás uno de los más brillantes químicos del siglo XX... y que tuvo un desgraciado final que puede o no haber estado vinculado a un descubrimiento que nunca se le reconoció de manera adecuada.

Gilbert N. Lewis nació en 1875, y ya estaba en activo cuando se produjeron las enormes revoluciones conceptuales en torno a la investigación del átomo, por obra de la Mecánica Cuántica. Lewis desarrolló un concepto tan básico para la química como lo es el de "enlace covalente", un tipo de relación entre átomos en el cual un mismo electrón es compartido por dos de ellos en el seno de una molécula (este tipo de enlace se presenta, por ejemplo, en el átomo de oxígeno respecto de los dos átomos de hidrógeno alrededor suyo, al formar la molécula de agua: la molécula captura dos electrones, cada uno de los cuales es compartido por el átomo de oxígeno y uno de los átomos de hidrógeno). Pero sus aportes no se detuvieron ahí, y algunos en particular respecto a las superficies, llevaron a los trabajos de un colega llamado Irving Langmuir. En 1932, Irving Langmuir se llevó el Premio Nobel de Química por sus "descubrimientos e investigaciones en la química de superficies", según la expresión de la Real Academia Sueca de Ciencias. Esto, sin reconocer a Lewis, que a lo largo de su vida estuvo candidateado ¡35! veces al Premio Nobel de Química, sin haberlo obtenido nunca. El problema es añejo como el mundo: Gilbert N. Lewis era superior como químico... pero Irving Langmuir era más hábil en las relaciones públicas.

El caso es que el 23 de marzo de 1946, cuando Gilbert N. Lewis tenía 70 años, su cuerpo fue descubierto sin vida en su laboratorio. En la sala se encontró un frasco con cianuro de hidrógeno, un líquido incoloro y muy venenoso. Se asumió que las emanaciones de dicho frasco debieron haberlo matado. Se apuntó como causa de muerte un infarto, y se archivó el caso sin practicar una autopsia.

Pero las cosas se ponen mejor si uno considera que años después, aparecieron testigos afirmando que ese mismo día, Gilbert N. Lewis había almorzado con Irving Langmuir, y que de hecho había estado de un humor muy negro después de haber compartido con él. Para nadie era un misterio por supuesto que Gilbert N. Lewis e Irving Langmuir se detestaban por el asunto del Premio Nobel y del adecuado reconocimiento sobre las teorías del funcionamiento de las superficies a nivel atómico. Hay quien ha llegado incluso a sugerir la fea palabra "asesinato". Y no se descarta que a las últimas, el asunto haya sido no un accidente ni un asesinato, sino un simple suicidio. Simple y triste también, en particular debido a la víctima y sus circunstancias.

domingo, 2 de octubre de 2011

¡Carl Sagan arrestado!


Para una generación completa, Carl Sagan es sinónimo de ciencia. Este desarrolló una extensa labor como astrónomo, y estuvo vinculado a los programas espaciales Viking y Voyager. Entre otras cosas, Sagan contribuyó a redactar el mensaje enviado a los potenciales extraterrestres que pudieran encontrarlo a bordo de las sondas Voyager. Pero su labor más recordada es la mítica serie televisiva "Cosmos", que en trece episodios en 1980, acercó la astronomía, la búsqueda de vida extraterrestre y la investigación espacial al público como nunca antes se había intentado.

Con todo, no se piense que Carl Sagan fuera una persona contemplativa. Por el contrario, fue un activista convencido de que algo debíamos hacer como raza humana frente al peligro de aniquilación inminente. En la llamada Ecuación Drake, que Sagan analiza, uno de los factores para encontrar vida extraterrestre es qué tan larga sea su existencia como civilización tecnológica: si la mayoría se autodestruye a menos de un siglo de haber descubierto la energía nuclear, entonces es altamente probable que el ser humano esté solitario en el cosmos, porque sería casi milagroso que nuestra "ventana cronológica de un siglo" coincidiera en el tiempo con la "ventana cronológica de un siglo" de alguna civilización alienígena. Naturalmente, no deseaba que eso le pudiera suceder a la Humanidad, y de ahí que fue un ferviente abogado en contra de la proliferación de armas nucleares durante la Guerra Fría.

Luego de que el Presidente Ronald Reagan rechazara un pacto para disminuir las pruebas nucleares, en conjunto con la Unión Soviética, el movimiento antinuclear en Estados Unidos recrudeció. El 6 de febrero de 1987, junto con una enorme cantidad de manifestantes, Sagan protestó junto con otras 2000 personas contra las pruebas nucleares en el desierto de Nevada. Frente al sitio de pruebas nucleares, Carl Sagan se transformó en héroe de acción, y trató de saltar la cerca... dos veces. Acabó entre las 438 personas arrestadas en la ocasión, junto a los actores Martin Sheen, Kris Kristofferson y Robert Blake.

Media década después de la muerte de Carl Sagan, su viuda Ann Druyan dijo que Sagan "rechazó tres invitaciones para cenar con Reagan en la Casa Blanca y sostuvo una gran campaña contra las armas de destrucción masiva; para él eran una perversión de la ciencia".

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